Etimología de las emociones

Carlos Octavio Graffi

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La etimología es la ciencia que estudia el origen de las palabras que componen nuestro lenguaje. Proviene justamente del latín etymologia y el griego ἐτυμολογία, formado por etymos (verdadero), logos (palabra) y el sufijo -ia (abstracto). Una interpretación cercana podría ser: «lo verdadero de la palabra».

El momento más curioso al acudir a esta disciplina es cuando los significados que componen palabras tan cotidianas son mucho más precisos que sus actuales definiciones.

Por ejemplo, la palabra «angustia» proviene del latín angustus: angosto, estrecho. En un primer momento no parece clara la relación entre significado y origen, pero si investigamos un poco más vemos que en la antigua Roma, angustus hacía referencia también a los desfiladeros o barrancos. Una interpretación posible es que a lo largo del tiempo la situación de estar frente al vacío de un abismo o desfiladero pasó a convertirse en la sensación misma de estar ante algo que nos aterroriza.

Pero la alternativa que más me hace sentido es la de la traducción estricta del término latino original. Angustiarse —ya sea por estar al borde de un barranco o no — nos hace tener una sensación muy similar a la del corazón que se nos empequeñece. Que se nos estrecha.

Y la ironía saca a relucir una hábil dicotomía cuando reflexiona que normalmente nos angustiamos cuando estamos alejados de alguien que queremos tener cerca. Con quien quisiéramos estar más estrechos.

Quizás solo cuando conjugamos ambas versiones descubrimos «lo verdadero de la palabra»: nos angustiamos cuando el corazón se nos achica, al querer estar más cerca de quien está al otro lado del abismo, y no puede.

Cuando ese abismo es difícil —o imposibl e— de reconciliar, solemos recurrir a otro verbo para intentar acabar con la angustia: recordar. Y, claramente, la etimología tiene otra maravilla aquí.

‘Recordar’ proviene de la unión entre el prefijo re- (volver) y el vocablo latino cor-dis (corazón). Nuevamente, solo una interpretación nos permite llegar a puerto. El recuerdo nos permite traer de nuevo escenas, caricias, aromas y sonidos que gatillan de manera inmediata emociones en nuestro pecho, las mismas que sentimos aquella vez. Recordar es volver a pasar por el corazón, aquello que alguna vez pasó, y quisiéramos que vuelva a pasar.

Hay algo en común entre las dos palabras que analizamos hasta ahora: ambas están ligadas a la emoción. La primera porque de hecho lo es y la segunda porque nos permite volver a sentir las que ya sentimos.

Si consultamos —de nuevo — los orígenes de la palabra nos encontramos con la unión del prefijo e- (retirar, alejar de) y el verbo latino movere (mover, impresionar). Podemos elaborar, en base a esto, una nueva definición: la emoción es aquello que nos mueve de donde estamos. Ya sea para transportarnos a un lugar en especial o para viajar a un momento en el tiempo.

Emocionarnos nos da la posibilidad de actuar y actuar, de ser. De tomar la decisión de crear nuestro propio camino. Y así lograr cambiar la realidad.

Y aunque hayamos hablado solo sobre orígenes e imaginado posibles definiciones, tal vez —y solo tal vez — hacer pasar por un corazón estrecho aquello que lo libere, logre hacerlo saltar sobre cualquier abismo que lo separe de donde realmente quiere estar.

Córdoba, 6 de marzo de 2018.

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Carlos Octavio Graffi
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Written by Carlos Octavio Graffi

UX & Product Designer, but also a Jack of all trades. Currently leading design at Open Earth Foundation. Trying to keep technology human-friendly in all senses.

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